Fuera de mi pentagrama

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Tardó en irse de mi pentagrama, porque cada tanto extraño lo que éramos. Extraño lo que funcionaba a pesar del abismo entre los dos, ese abismo que siempre fue real pero no siempre pude ver.

Y cada vez que lo extraño, me siento basura, traidora, enferma, mala madre, desequilibrada mental, mierda pura. No puedo extrañarlo, tanto como él no podía tener hijos. Porque como poder, podía; tal como yo, que como poder, puedo; claro que ni él podía ni yo puedo.

Cuando me dijo tan firmemente que no podía tener hijos, como si tuviera algún problema físico diagnosticado, no entendí la razón de la solidez en su convencimiento. Él tenía razón; no podía tener hijos y lo demostró al nacer el suyo.

Cada vez que lloraba, o que gateaba frente a él, cada vez que lo veía o que algún juguete en el piso obstaculizaba su camino, entonces lo golpeaba, como si fuera una pelota de trapo, sin que yo pudiera tomarlo en mis brazos antes que cayera al piso, antes que lo golpeara, que sangrara, que lo hiriera con un tenedor en la boca, que le sacara el hombro por tironearlo del brazo porque no deseaba inclinarse ni tomarlo desde las axilas para alzarlo.

Le pedí que se fuera pero él juraba que me amaba, aunque no perdía oportunidad de recordarme que lo había traicionado al quedar embarazada. Yo esperaba algún milagroso movimiento en la columna del debe mientras el pasivo crecía como mi impotencia, mi indefensión y mi debilitamiento. La culpa siempre fue mía.

Cuando le di la noticia, estaba en el piano. Le llevé en silencio una copa de vino y dejé el sobre con el resultado del análisis en la bandeja al lado de la copa. Jamás miró ni tocó el sobre. Tomaba el vino de a sorbos hasta terminar la copa, escribía con fea letra bemoles y becuadros, mientras con la otra tanteaba las teclas del piano. Le pregunté si lo iba a abrir o no, entonces lo abrí yo. Le di el informe en la mano obligándolo a suspender un segundo su actividad, me miró sin realizar gesto alguno, continuando con la expresión grave que tenía. Me lo devolvió y borró algo del pentagrama, aunque yo tardé mucho más en hacerlo del mío.

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